El 2022 fue un año turbulento para las redes sociales y las plataformas. La invasión rusa a Ucrania obligó a las plataformas a tomar bando e intervenir en el frente digital del conflicto; Spotify enfrentó por primera vez presiones para moderar contenido; el mayor troll de Twitter se convirtió en el CEO de la compañía; Meta y otras empresas del sector tuvieron que despedir a miles de empleados alrededor del mundo; y sobre el fin del año apareció ChatGPT, una herramienta de inteligencia artificial adelantada a su tiempo que pateó el tablero en diversos frentes –educación, diseño y programación, para mencionar algunos–.
Con este panorama se abre el telón de 2023. Los artículos de futurología están a la orden del día, así que en Circuito les damos una mirada a varios de ellos y sacamos nuestra bola de cristal para identificar los temas clave que moverán la conversación sobre redes sociales y plataformas.
Los problemas de Twitter continúan
Elon Musk seguirá buscando atención, aunque tal vez no de la manera que desea. Aunque el nuevo CEO de Twitter ha intentado ganar respaldo a través de la divulgación de los Twitter Files –una serie de hilos que periodistas independientes han venido publicando para revelar supuestas malas prácticas de la compañía bajo la dirección anterior–, los medios tradicionales no han prestado la atención que Musk pedía. La analista Kara Swisher resumió las denuncias como un “sánduche de nada”.
De lo que sí estará atenta la prensa será de las fallas de la compañía. Los despidos masivos que Musk ha ejecutado desde su llegada, que han disminuido a la mitad la fuerza de trabajo de Twitter, impactarán en la compañía en 2023. Algunos medios ya han señalado estas bajas como una de las posibles causas del aumento del discurso de odio en la plataforma durante el Mundial de Catar, así como de la difusión del contenido radical que convocó a la insurrección del 8 de enero en Brasil, la cual terminó en invasiones a edificios gubernamentales, saqueos e incendios.
La decisión de Twitter de volver a permitir la publicidad política en la plataforma –que había prohibido en 2019 para frenar la desinformación de cara a las elecciones de 2020 en Estados Unidos–, puede revivir antiguos cuestionamientos sobre el papel de la plataforma en procesos electorales.
El asunto toma una dimensión mayor si se tiene en cuenta la disminución de la fuerza de trabajo de Twitter –que ha impactado en los equipos de moderación– y la visión de su nuevo dueño, que ha manifestado su intención de controlar menos el contenido en la plataforma. Por lo pronto, la medida sólo tendrá efecto en Estados Unidos, donde ya se prepara la campaña de 2024. De expandirse al resto del mundo, el regreso de la publicidad política en Twitter podría impactar en las elecciones locales y presidenciales que países como Argentina, Colombia y España tienen programadas para este año.
El reemplazo de Twitter
La llegada de Elon Musk a Twitter ha puesto sobre la cuerda floja la supervivencia de la plataforma, al punto de que en noviembre del año pasado llegó a especularse que a la compañía de microblogging más grande del mundo le quedaban pocas horas de vida. El pánico colectivo se superó, pero los problemas siguen vigentes. Con la compra de Musk, Twitter carga con la obligación de obtener utilidades mucho mayores, pero a la vez las decisiones del nuevo dueño han llevado a que los anunciantes –su principal fuente de ingresos– frenen su gasto de pauta en la plataforma.
Ante la crisis, Mastodon, una red social descentralizada y en cierta medida análoga de Twitter, se ha convertido en el puerto de llegada de más de un millón de usuarios que resolvieron irse de la plataforma de Musk. Sin embargo, el entusiasmo inicial se ha ido diluyendo y su número de usuarios activos ha ido en picada en las últimas semanas.
El vacío podría ser llenado por una de las principales compañías de redes sociales. Según informó el New York Times, en noviembre del año pasado Meta empezó a buscar formas de capitalizar el declive de Twitter. Sobre la mesa están nuevas funciones de Instagram para que los usuarios compartan pequeñas notas de texto a la manera de tuits, o bien una nueva red social basada exclusivamente en texto. Para el periodista especializado Casey Newton, Meta tiene las capacidades de producto, diseño y de moderación para crear desde cero una nueva plataforma que compita seriamente con Twitter.
ChatGPT: el debate del año
Como lo dijimos, el 2022 cerró con el lanzamiento de ChatGPT, una herramienta desarrollada por la compañía de inteligencia artificial OpenIA que permite resolver preguntas complejas y escribir textos coherentes y naturales. El lanzamiento llenó las redes sociales de bromas, usuarios que pusieron a prueba el modelo y toda clase de experimentos (entre ellos, una entrevista que le hicimos para que la propia herramienta nos hablara de sus riesgos).
Desde entonces se empezaron a encender las alarmas alrededor de los usos de un modelo de inteligencia artificial tan poderoso: desde plagio y desinformación hasta el reemplazo de labores humanas y reproducción de estereotipos discriminatorios. Este año será el escenario para que todos estos cuestionamientos salgan a flote y se discutan públicamente, mientras los sistemas de AI siguen avanzando.
Es posible que al igual que ha ocurrido con las compañías de redes sociales en la última década, los desarrolladores de herramientas de inteligencia artificial empiecen a ser objeto de exigencias de transparencia y moderación de contenidos. Para la investigadora y consultora en tecnología Katie Harbath, al igual que ocurre con todas las novedades en el mundo digital, modelos como ChatGPT traerán tantos beneficios como usos nefastos.
Además de estas discusiones, una de las principales compañías del sector está especialmente amenazada. En diciembre se conoció que Google lanzó una alerta roja para definir una estrategia que le haga contrapeso a ChatGPT, pues la capacidad de la herramienta para responder preguntas puede afectar la vigencia del motor de búsqueda más popular del mundo, fuente de la mayor cantidad de ingresos de Alphabet, la compañía matriz de Google.
Habrá nuevas reglas de moderación y trabajo en línea en Colombia
A comienzos de este año, la Corte Constitucional deberá decidir sobre el caso de la actriz del cine para adultos Esperanza Gómez, que demandó a Meta para recuperar su cuenta de Instagram, suspendida por infringir, supuestamente, las normas comunitarias de la plataforma. Según ella misma ha manifestado, nunca se le explicaron las razones de la sanción ni tuvo la oportunidad de apelar correctamente, según los propios procesos de Meta.
Al igual que buena parte de los países del mundo, Colombia no cuenta con leyes que regulen el trabajo de los influenciadores o que definan sus derechos en el campo en que trabajan: las redes sociales. Históricamente la Corte ha tenido un carácter garantista, por lo que es probable que reconozca que los influenciadores tienen expectativas económicas legítimas que les otorguen cierta protección al momento de recibir una sanción.
No sería extraño, entonces, que el tribunal ordene la restitución de la cuenta de Esperanza Gómez. Con todo, la pregunta es qué tan lejos llegará la Corte al imponer estándares de moderación de contenidos a las plataformas, que de por sí ya tienen muchos problemas al implementar sus propios lineamientos y procesos.