En la mañana del 8 de septiembre, cuando el mundo se enteraba de que la muerte de la reina Isabel II parecía inminente, un comentario en Twitter sobresalió entre la lluvia de elogios, sentidos pésame y memes. Uju Anya, profesora de la Universidad Carnegie Mellon en Estados Unidos, escribió: “He escuchado que la monarca principal de un imperio ladrón, violador y genocida finalmente está muriendo. Que su dolor sea insoportable”.
Su opinión le valió de inmediato cientos de críticas por su falta de empatía. En la oleada de mensajes participó incluso Jeff Bezos, quien ha financiado a Carnegie Mellon, el empleador de Anya. La réplica del dueño de Amazon, que cuenta con cinco millones de seguidores en Twitter, amplificó el mensaje original de Anya, que aseguró haber recibido cientos de correos con insultos racistas y sexistas. Por su parte, la universidad defendió el derecho a la libertad de expresión de la profesora, pero tuvo que aclarar que sus opiniones en nada reflejaban las de la institución.
Poco después, el tuit fue eliminado y la cuenta fue suspendida temporalmente. Según le explicó un vocero de Twitter al medio The Intercept, la medida se tomó porque la publicación incumplía la política de comportamiento abusivo. Esta regla pretende evitar acosos, intimidaciones o intentos por silenciar la voz de otra persona. Una de las prohibiciones es, justamente, la de expresar el deseo de que alguien sufra un daño grave.
Sin embargo, no es del todo claro que la publicación de la profesora Anya encajara en esos comportamientos. Por una parte, los deseos de daño a los que se refiere la política parecen ser de un orden distinto al tuit sancionado. Twitter ofrece como ejemplos de estas prohibiciones expresiones del tipo “espero que te dé cáncer” u “ojalá te pase un auto por encima”.
De acuerdo con Twitter, el propósito de esta regla es el de mantener a salvo a los usuarios bajo la idea de que esta clase de expresiones pueden ocasionar daños físicos o emocionales para quienes están dirigidos. Ese propósito parecería lejos de cumplirse cuando la regla se aplica para proteger a una persona que está a punto de fallecer y que ocupa una posición excepcional de poder. “No me queda claro cómo la reina se iba a ver intimidada por ese tuit”, dijo Evelyn Douek, una investigadora especializada en políticas de moderación de contenido.
Para muchos, la sanción fue desproporcionada frente a la libertad de expresión de Uju Anya. Unos días después, cuando recuperó su cuenta, la profesora agradeció a quienes habían salido en su defensa. Tras hacerse viral por esta publicación, distintas cuentas de suplantación y desinformación aparecieron en otras redes sociales vinculando a la profesora con partidos políticos o con organizaciones declaradas como terroristas en Nigeria, de donde es originaria. Anya tuvo que salir a desmentir esas afirmaciones, que considera que pueden poner en riesgo su vida. Hasta la fecha, el tuit en cuestión continúa fuera del aire.