La irrupción de Milei en Argentina: medios y redes de la ultraderecha

10 minutos
11/15/2023
La irrupción de Milei en Argentina: medios y redes de la ultraderecha
Por: Martín Becerra

La elección presidencial argentina se encamina a la segunda vuelta del 19 de noviembre entre el candidato oficialista Sergio Massa (peronista) y el opositor Javier Milei (ultraderecha). Es difícil subestimar lo que está en juego, porque los proyectos políticos de los dos aspirantes son antagónicos. Massa y Milei están separados por valoraciones del pasado y del presente, alianzas políticas, sociales y mediáticas, estilos de comunicación, usos de medios y redes.

Más allá de la incertidumbre sobre el resultado de esta contienda, la campaña de los meses previos confirma tendencias que ya registraron otros países con fuerzas radicalizadas de derecha que resetean la agenda política previa, condicionan el accionar del resto del arco de partidos y habilitan prácticas y discursos sociales ultras que antes quedaban neutralizados por consensos democráticos previos, hoy rotos. Sucedió y sucede con el bolsonarismo en Brasil, con el liderazgo de Donald Trump en Estados Unidos, con Vox en España y en otros países.

El común denominador es un ambiente violento que parece guionado por Russell T Davies, autor de la serie británica Years & Years: una creciente inestabilidad política y social azuzada por operaciones de desinformación y mensajes conspiranoides en redes socio-digitales, ante la pasividad, el aturdimiento y la mediocridad de instituciones y dirigentes democráticos.

Ahora bien, la inestabilidad y las operaciones de desinformación no son anónimas (como suele creerse) sino que son amplificadas, y en muchos casos producidas, por élites interesadas en lucrarse con un escenario caótico, lo que incluye a medios de comunicación tradicionales. Animadores de la opinión pública con años de presencia en radio, televisión y columnas escritas en la Argentina izan las banderas de Milei mientras rematan los jirones de su carcomida impostura independiente y profesional. La deontología periodística, que en paz descanse.

Las plataformas digitales, cuyo modelo de negocio en la economía de la atención promueve sistemas de recomendación de contenidos discriminatorios y mensajes de odio, juegan su partido: en plena campaña electoral, la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo advirtió a Google Argentina sobre la “responsabilidad ética en el alojamiento, difusión y recomendación algorítmica de la información, especialmente cuando se trata de eventos tan sensibles como la dictadura militar”, dado que YouTube (y otras plataformas) alojan contenidos que niegan o subestiman los crímenes cometidos en ese período, “perpetuando una narrativa que contradice abiertamente la realidad y el sufrimiento que vivimos como sociedad".

Mientras que la carta a Google subraya que "es alentador saber que en países como Alemania, Google y YouTube han tomado medidas para prohibir contenido de este tipo en sus reglas de uso (como el contenido que niega o minimiza el Holocausto), reconociendo la importancia de no permitir que se difundan falsedades sobre eventos históricos tan trascendentales y dolorosos", las Abuelas de Plaza de Mayo preguntan “¿por qué Google Argentina no protege a los argentinos de la difusión de contenido negacionista que perpetúa el dolor y el sufrimiento de las víctimas y sus familias?".

La candidatura de Milei recrea el recuerdo doloroso de la dictadura finalizada hace 40 años, porque tanto Milei como –sobre todo– su pareja de fórmula a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, siendo una novedad electoral, reivindican el terrorismo de Estado de entonces. La irrupción de Milei es, sin embargo, mucho más que eso.

Se trata de un economista que ha tenido gran exposición televisiva, una figura invitada durante la última década a programas de chimentos, paneles variopintos y ciclos de opinión política. Su histrionismo y sus excentricidades (dice hablar con sus perros muertos, se viste de motosierra para ilustrar promesas de ajuste socioeconómico) lubrican un dogma antiestatal repetido a niveles desconocidos para las grandes audiencias. Sus consignas de dolarización, su posición favorable al libre mercado de compra y venta de órganos, de niños y de armas y su desprecio a los sistemas públicos de educación y salud, se combinan con una retórica “anti-casta”, que responsabiliza por los problemas socioeconómicos de la Argentina a la “casta” política. 

Su discurso, exaltado y gritón, expresa un antiprogresismo visceral, pues denigra las cuestiones de género, descree del calentamiento global y está contra los cuidados medioambientales, resucita la justificación de las Juntas Militares acerca de los crímenes de la dictadura y jura que cortaría relaciones con China y Brasil, dos de los tres principales socios comerciales de la Argentina, por tener gobiernos “comunistas”.

Milei condensa una tendencia previa de influencers, youtubers y cuentas con contenido antifeminista, xenófobo, antiprogresista, antiderechos laborales y ambientales y de exaltación de la violencia contra personas y grupos identificados como enemigos.

Después de la primera vuelta electoral del 22 de octubre, el expresidente Mauricio Macri y la excandidata derechista Patricia Bullrich –quien salió tercera, detrás de Massa y Milei– dieron su apoyo explícito a Milei para el balotaje. La movida de Macri arrastra a empresas de comunicación (como La Nación y el canal de TV LN+) y a conductores y periodistas notorios de poderosos grupos de medios que antes operaban a favor de la frustrada candidatura de Bullrich. Entonces, eran tildados de “ensobrados” (corrompidos) por Milei y hoy son arietes de su cruzada. Doble ironía: los ensobrados de ayer se unen a su agresor en la campaña de una candidatura que nació antisistema pero fue intervenida a último momento por connotados políticos de la “casta” como Macri o Bullrich.

Del otro lado está Massa, actual ministro de Economía en un país con más del 140% de inflación, aumento de la pobreza y la indigencia y una deuda externa descomunal. Ejemplar de lo que Milei llama casta, Massa acredita una larga trayectoria en las filas del peronismo (aunque en su primera juventud había participado de una agrupación liberal-conservadora). Ha sido intendente (alcalde) de la localidad de Tigre; fue Jefe de Gabinete de Ministros durante la primera gestión de Cristina Fernández de Kirchner, antes de pelearse con el kirchnerismo y derrotarlo en las urnas en la Provincia de Buenos Aires en 2013; organizó alianzas con otros peronistas de centroderecha y antikirchneristas, para acabar confluyendo, a partir de 2019, en la alianza pan-peronista conducida por el actual mandatario, Alberto Fernández, y su vice, Cristina Fernández. En este lapso fue presidente de la Cámara de Diputados antes de asumir el calcinante Ministerio de Economía en julio de 2022. Massa cuenta con el respaldo mediático de algunos grupos privados de menor influencia que los que apoyan a Milei, pero casi todos los movimientos sociales, sindicatos de trabajadores, instituciones académicas y científicas, muchos gobiernos provinciales y algunas organizaciones industriales militan a su favor. Además, claro, maneja el aparato del Estado.

Los días previos a la segunda y definitoria ronda electoral son testigo de intensos cruces de videos, memes y declaraciones que involucran incluso a las ‘swifties’ (seguidoras de Taylor Swift) y el Army de BTS (k-pop), contra Milei. También de campañas sucias ridiculizando al adversario, con ediciones profesionales y artesanales, circulan piezas de desinformación, sobre todo en el campamento del ultraderechista. 

En redes se observa desinformación banal, como la afirmación de que Lionel Messi habría dicho que apoya a Milei (lo cual es falso), y otra muy grave, como la acusación de fraude en la primera vuelta electoral que ganó Massa. La ultraderecha argentina copia la deslegitimación del proceso de elección, fiscalización y control que ya realizaron Trump y Bolsonaro en EE.UU y Brasil al ser derrotados en las urnas.

En democracia los golpes bajos no sólo pueden doler al adversario –algo que se verá el 19 de noviembre– sino a la convivencia misma. Ese es el riesgo para una Argentina que cumple 40 años de continuidad constitucional.

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Por:
Martín Becerra

Es doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador del Conicet de la Argentina y profesor de las universidades de Buenos Aires y de Quilmes. Dirige el Centro de Investigación en Industrias Culturales y Espacio Público (ICEP). Ha trabajado como periodista en diarios y revistas argentinos. Es consultor en políticas y regulaciones de medios y tecnologías de la comunicación, temas sobre los que ha escrito libros y artículos académicos. En X (Twitter) es @aracalacana

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